lunes, 9 de marzo de 2015
jueves, 17 de septiembre de 2009
martes, 15 de septiembre de 2009
Avalancha de noticias sobre la Estatua de Millán Astray en La Coruña
(Fotografía aparecida hoy en La Opinión Coruña)
A lo largo de la semana pasada y lo que va de la presente se han multiplicado las noticias acerca de la retirada de la estatua de Millán Astray en medios de comunicación de alcance local y nacional.
Es de destacar la decidida y valerosa defensa del fundador de la Legión por parte de la Asociación de Veteranos, a la que se han sumado otras organizaciones.
Importante, asimismo, que el PP local haya reaccionado y planteado reservas a la retirada del monumento.
La ADVH, obviamente, apoya a los Veteranos de la Legión, sabiamente presididos por Vicente Fernández Riera, y estará presente en los actos de recuerdo y homenaje a Millán Astray que se realizarán estos días.
jueves, 10 de septiembre de 2009
jueves, 16 de abril de 2009
martes, 14 de abril de 2009
Ante el 78 aniversario de la instauración en España de la II República
El martes 14 de abril se cumplirán 78 años de la instauración en España de la II República.
La Asociación para la Divulgación de la Verdad Histórica desea manifestar públicamente su repulsa hacia ese período de nuestra historia que puede considerarse uno de los más nefastos, violentos y totalitarios padecidos por nuestra Patria, hasta el punto de desembocar en una cruenta guerra cuyo preludio fue la insurrección armada organizada y llevada a cabo por el PSOE y la UGT en octubre de 1934.
La II República nació ilegalmente, sin el más mínimo respeto a los procedimientos democráticos vigentes, precedida por un golpe de Estado y una sublevación (Jaca y Cuatro Vientos en diciembre de 1930) que desde un primer momento demostraron la intención de muchos republicanos de imponer la República por la fuerza.
La pasividad del Gobierno ante el asalto, saqueo y quema de iglesias y otros edificios religiosos en mayo de 1931, así como el sectarismo anticatólico de la Constitución republicana, que atentaba contra libertades tan fundamentales como la religiosa y la de enseñanza, puso en una situación de opresión y discriminación constantes a millones de españoles creyentes. Opresión que pronto se convirtió en auténtica persecución religiosa llegando a extremos de crueldad inimaginable durante la insurrección socialista de 1934 y durante la guerra de 1936 en la zona roja.
La censura de prensa coartó en todo momento la legítima libertad de expresión de quienes no comulgaban con el régimen republicano o simplemente con los gobiernos republicanos de izquierda.
Republicanos de izquierda supuestamente moderados como Azaña trataron de anular las elecciones que dieron el triunfo al centro y a la derecha en noviembre de 1933, demostrando que su particular concepción de democracia se limitaba a respetar la concurrencia política de las opciones políticas de izquierda, pero negando la posibilidad de alternancia política a las derechas.
Los socialistas del PSOE y la UGT, liderados por Francisco Largo Caballero no aceptaron tampoco la victoria centro-derechista, dieron por superada la república que ellos llamaban burguesa, creyeron necesaria la imposición inmediata de la dictadura del proletariado, y prepararon una guerra civil que estalló, de hecho, en octubre de 1934.
Los comunistas del PCE, partidarios también de la dictadura del proletariado, actuaron en todo momento a las órdenes del tiránico dictador Stalin, aun cuando adoptaron el disfraz de defensores de la democracia.
Tanto unos como otros (socialistas y comunistas) reivindicaron la fracasada revolución de octubre durante las elecciones de 1936, mientras Largo Caballero amenazaba con ir de nuevo a la guerra civil en el caso de que la derecha volviese a ganar en las urnas.
Socialistas fueron quienes asesinaron al jefe de la oposición José Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936.
Socialistas, comunistas y anarquistas, principalmente, quienes en zona republicana, durante la guerra, detenían ilegalmente, torturaban salvajemente y asesinaban arbitrariamente a miles de españoles por el mero hecho de creer en Dios o no ser de izquierda, en ocasiones con la complicidad de las autoridades republicanas y las más de las veces ante la dejadez de funciones de las mismas.
Hasta tal punto degeneró la II República en un régimen totalitario, sectario y persecutorio, que muchos de los militares, intelectuales y políticos que conspiraron para establecerla, pronto acabarían desencantados, críticos y, en algunos casos, partidarios del alzamiento de 18 de julio de 1936 (Marañón, Pérez de Ayala, Ortega, Queipo de Llano, Alejandro Lerroux, Niceto Alcalá Zamora, etc)
Todos estos hechos y muchos más que demuestran el cariz tiránico que fue tomando la II República, están más que documentados.
Es por ello asombroso que a estas alturas todavía, desde instancias políticas y culturales muy concretas, se pretenda pasar por alto todos esos acontecimientos, y se manipule la historia para hacer creer que la II República fue un modelo de régimen democrático, pacífico y tolerante, y los combatientes republicanos luchadores por la libertad.
ADVH no puede confiar en la sinceridad de quienes dicen ser demócratas y respetuosos de las ideas ajenas y reivindican la II República ofreciéndola como un espejo en el que nuestra actual democracia debería mirarse.
Al igual que en los años 30 las izquierdas defendían teóricamente la democracia y la libertad, pero en la práctica trabajaban por la instauración de la dictadura del proletariado por medio de la represión y la guerra, cabe pensar si los hoy exaltados apologistas de la II República no están tratando de instrumentalizar la historia al servicio de ideologías tendencialmente totalitarias.
Si no es así, socialistas, comunistas, anarquistas y separatistas debieran pedir perdón por todos los crímenes cometidos durante la II República, por la coerción que ejercieron contra quienes no pensaban como ellos, por su pretensión de instaurar en España la dictadura del proletariado o el comunismo libertario.
La Asociación para la Divulgación de la Verdad Histórica desea manifestar públicamente su repulsa hacia ese período de nuestra historia que puede considerarse uno de los más nefastos, violentos y totalitarios padecidos por nuestra Patria, hasta el punto de desembocar en una cruenta guerra cuyo preludio fue la insurrección armada organizada y llevada a cabo por el PSOE y la UGT en octubre de 1934.
La II República nació ilegalmente, sin el más mínimo respeto a los procedimientos democráticos vigentes, precedida por un golpe de Estado y una sublevación (Jaca y Cuatro Vientos en diciembre de 1930) que desde un primer momento demostraron la intención de muchos republicanos de imponer la República por la fuerza.
La pasividad del Gobierno ante el asalto, saqueo y quema de iglesias y otros edificios religiosos en mayo de 1931, así como el sectarismo anticatólico de la Constitución republicana, que atentaba contra libertades tan fundamentales como la religiosa y la de enseñanza, puso en una situación de opresión y discriminación constantes a millones de españoles creyentes. Opresión que pronto se convirtió en auténtica persecución religiosa llegando a extremos de crueldad inimaginable durante la insurrección socialista de 1934 y durante la guerra de 1936 en la zona roja.
La censura de prensa coartó en todo momento la legítima libertad de expresión de quienes no comulgaban con el régimen republicano o simplemente con los gobiernos republicanos de izquierda.
Republicanos de izquierda supuestamente moderados como Azaña trataron de anular las elecciones que dieron el triunfo al centro y a la derecha en noviembre de 1933, demostrando que su particular concepción de democracia se limitaba a respetar la concurrencia política de las opciones políticas de izquierda, pero negando la posibilidad de alternancia política a las derechas.
Los socialistas del PSOE y la UGT, liderados por Francisco Largo Caballero no aceptaron tampoco la victoria centro-derechista, dieron por superada la república que ellos llamaban burguesa, creyeron necesaria la imposición inmediata de la dictadura del proletariado, y prepararon una guerra civil que estalló, de hecho, en octubre de 1934.
Los comunistas del PCE, partidarios también de la dictadura del proletariado, actuaron en todo momento a las órdenes del tiránico dictador Stalin, aun cuando adoptaron el disfraz de defensores de la democracia.
Tanto unos como otros (socialistas y comunistas) reivindicaron la fracasada revolución de octubre durante las elecciones de 1936, mientras Largo Caballero amenazaba con ir de nuevo a la guerra civil en el caso de que la derecha volviese a ganar en las urnas.
Socialistas fueron quienes asesinaron al jefe de la oposición José Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936.
Socialistas, comunistas y anarquistas, principalmente, quienes en zona republicana, durante la guerra, detenían ilegalmente, torturaban salvajemente y asesinaban arbitrariamente a miles de españoles por el mero hecho de creer en Dios o no ser de izquierda, en ocasiones con la complicidad de las autoridades republicanas y las más de las veces ante la dejadez de funciones de las mismas.
Hasta tal punto degeneró la II República en un régimen totalitario, sectario y persecutorio, que muchos de los militares, intelectuales y políticos que conspiraron para establecerla, pronto acabarían desencantados, críticos y, en algunos casos, partidarios del alzamiento de 18 de julio de 1936 (Marañón, Pérez de Ayala, Ortega, Queipo de Llano, Alejandro Lerroux, Niceto Alcalá Zamora, etc)
Todos estos hechos y muchos más que demuestran el cariz tiránico que fue tomando la II República, están más que documentados.
Es por ello asombroso que a estas alturas todavía, desde instancias políticas y culturales muy concretas, se pretenda pasar por alto todos esos acontecimientos, y se manipule la historia para hacer creer que la II República fue un modelo de régimen democrático, pacífico y tolerante, y los combatientes republicanos luchadores por la libertad.
ADVH no puede confiar en la sinceridad de quienes dicen ser demócratas y respetuosos de las ideas ajenas y reivindican la II República ofreciéndola como un espejo en el que nuestra actual democracia debería mirarse.
Al igual que en los años 30 las izquierdas defendían teóricamente la democracia y la libertad, pero en la práctica trabajaban por la instauración de la dictadura del proletariado por medio de la represión y la guerra, cabe pensar si los hoy exaltados apologistas de la II República no están tratando de instrumentalizar la historia al servicio de ideologías tendencialmente totalitarias.
Si no es así, socialistas, comunistas, anarquistas y separatistas debieran pedir perdón por todos los crímenes cometidos durante la II República, por la coerción que ejercieron contra quienes no pensaban como ellos, por su pretensión de instaurar en España la dictadura del proletariado o el comunismo libertario.
Ante el LXXVIII aniversario de la II República Española
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